Las emociones básicas son alegría, tristeza, ira, miedo, asco y sorpresa, aunque esta última no todos los autores, la identifican como tal.
Inteligencia emocional es la capacidad para comprender, discernir y responder de forma correcta a esa emoción, al temperamento, a las motivaciones y a los deseos, tanto propios como de los demas. La clave está en el autoconocimiento de las emociones, el autocontrol de nuestros sentimientos para guiar de esa forma nuestra conducta. La inteligencia emocional, consiste en la habilidad de cada persona para regular su conducta, su pensamiento y su estado afectivo.
Cualquier persona podemos enfadarnos en un momento determinado, nadie está exento de ello. Pero lo que no parece tan sencillo, es enfadarse con la persona adecuada, en el momento adecuado, con una determinada dureza y del modo correcto.
Una actuación inteligente consiste en identificar el origen y la naturaleza de nuestras emociones, para controlarlas de manera efectiva, adecuando nuestros pensamientos y comportamiento, a las circunstancias de la vida diaria.
No se trata de eliminar todas las emociones negativas, pues eso es prácticamente imposible, sino de aprender a controlarlas de una manera racional, aprendiendo ha superar los momento malos en los que nos surja la ansiedad, modificando los aspectos del medio que nos provocan sentimientos negativos, aprendiendo a convivir con ellos o modificandolos por sentimientos positivos.
A ser inteligente emocionalmente, se puede aprender. Ser hábil emocionalmente consite en desarrollar motivos y razones adecuadas que nos permitan mejorar nuestra autoestima y confianza.
Aquellas emociones no controladas adecuadamente pueden tener repercusiones severas en nuestra salud, tanto física como psicológica.
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